Enner Valencia reavivó el sueño ecuatoriano de seguir adelante en el Mundial de Catar con un gol que permitió a la Tri rescatar un empate ante Países Bajos (1-1), que les deja a solo un punto para clasificarse por segunda vez en la historia para Octavos de Final.

Como en el partido inaugural, el atacante fue el salvador de su equipo y, como entonces, se tuvo que marchar, entre lágrimas, lesionado en el tramo final del duelo, que siguió desde el banquillo con una bolsa de hielo en la rodilla derecha.

De esa estará de nuevo pendiente Ecuador los próximos días, antes del definitivo duelo contra Senegal.

La Tri plantó cara a una de esas selecciones armadas para ganar el Mundial e incluso por momentos desarboló su juego de control, hasta que la magia del capitán obtuvo el premio buscado.

Valencia es magia en el Mundial y las críticas que ha recibido en su país parecen inverosímiles cuando se ven sus números en esta competencia.

De sus botas han salido los seis últimos tantos ecuatorianos en Mundiales y tras los 2 que marcó a Catar en el partido inaugural, consiguió otro que le afianzan como el máximo artillero de la Tri en campeonatos del mundo. Ya tiene tantos goles en sus arcas como los que marcó en Brasil hace 8 años en la penúltima aparición ecuatoriana en un Mundial.

Valencia es el alma del equipo, la culminación de una selección que gana enteros y que tendrá que buscar un punto contra Senegal en la última fecha para estar de nuevo entre los 16 mejores del mundo.

El premio al trabajo de un seleccionador, Gustavo Alfaro, que ha convertido a una joven generación de jugadores en una máquina de jugar, con un espíritu muy definido, una versión que no desentona entre la élite futbolística.

Ecuador le costó bajar de la nube del partido inaugural. Entró timorato al césped del Al Khalifa y el despiste le costó un tanto a los 6 minutos, en un error en el centro del campo de Caicedo que permitió a Klaassen sacar un buen centro que Gakpo envió a las mallas desde 18 metros, sin que Hernán Galíndez pudiera hacer nada para detenerlo.

Un mazazo para una selección que encadenaba 7 duelos con su portería intacta y que se veía obligada a remontar contra uno de los mejores equipos del mundo, una escuadra que Louis van Gaal ha convertido en una máquina de no perder.

El desconcierto duró aun unos minutos, arropados por los gritos de la grada ecuatoriana, los “sí se puede” que fueron insuflando fe en la Tri, que corría detrás del balón, confiscado por los Orange convencidos de que esa era la mejor defensa.

El centro del campo era el reino de Frenkie de Jong, que monopolizaba el juego a su antojo, dueño y señor de la bola.

Alfaro, que había comenzado con un planteamiento más defensivo que frente a Catar, con 3 centrales, se vio obligado a adelantar líneas y su equipo dio una vez más muestras de versatilidad para adaptarse a las circunstancias.

Ecuador fue obligando a recular a Países Bajos y el partido empezó a jugarse en el terreno de los europeos, que notaron las primeras griegas superado el minuto 20, empujados por Plata por la derecha y Caicedo desde la izquierda.

Ahí se sumó Valencia, que dio un primer aviso en el 27 y otro 5 más tarde para obligar a Noppert a estirarse.

El artillero de la Tri se echó el equipo a la espalda y ya con el tiempo cumplido pudo empatar en un cabezazo a centro de Estupiñán que desvió la defensa a córner.

Ecuador se lanzó a una ofensiva que a punto estuvo de permitirles dar la vuelta al marcador cuando Gonzalo Plata aprovechó un rechace de un disparo de Valencia y de potente zurdazo estrelló el balón en el larguero con Noppert ya batido.

Subida la adrenalina y cada contacto con el balón era eléctrico, una amenaza constante, sin que De Jong pudiera ya reinar en la zona de construcción como lo había hecho en el primer tiempo.

Ecuador amenazó, pero la pólvora de Valencia ya no era suficiente. Un empate que sabe a esperanza.

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