Mánchester (Reino Unido), 16 may (EFE).- El partido más esperado del planeta fútbol. El gran desafío de Pep Guardiola en su reto de convertir al Manchester City en campeón de Europa, destronando al rey de la competición. La cima del Everest para un Real Madrid que pasó de la Champions de los imposibles a una demostración de fuerza en la presente que, para coronarla, debe superar el duro examen del Etihad Stadium. Todo, el día en el que Carlo Ancelotti hace historia.

El técnico italiano hará aún mayor su leyenda como técnico en la Liga de Campeones, superando el techo de los 190 encuentros de Alex Ferguson, ya como entrenador más laureado con cuatro conquistas. Su Real Madrid encara el más difícil todavía. Acostumbrado a hacer real lo imposible, el último desafío son palabras mayores, el Etihad Stadium, donde reside un City que no pierde en su casa desde septiembre de 2018, cuando el Olympique salió airoso en la primera jornada de una fase de grupos.

En uno de esos partidos en los que el Real Madrid ha demostrado competir y manejar la Liga de Campeones como nadie. Amparado en Vinícius como gran referente, Thibaut Courtois como salvador, Antonio Rüdiger como la criptonita del temido Erling Haaland y, sobre todo, al regreso de la mejor versión de Karim Benzema en la noche más especial. El City es una de sus víctimas predilectas en Europa. Seis goles en ocho partidos. Cuatro de ellos en el Etihad, donde será clave que recupere la imagen letal del Balón de Oro.

La ha mostrado Rodrygo Goes, en un crecimiento continuo este curso para convertirse en titular. Autor del doblete en Stamford Bridge en cuartos o en la final de la Copa del Rey. Sin embargo, apunta la suplencia si Ancelotti retoca su idea habitual. Antes era costumbre en los partidos grandes. Fede Valverde como tercer integrante del tridente y cuarto centrocampista en fase defensiva.

La necesidad de músculo en el centro del campo para responder a la querencia por el balón del City. El riesgo de Toni Kroos de pivote en un encuentro con menos posesión, impulsa a Carlo a apostar por Eduardo Camavinga, que llega justo tras superar un leve esguince de rodilla, o Tchouaméni. Un movimiento que hace que encaje el puzle madridista para mantener a Rüdiger sobre Haaland, tras el buen marcaje del Bernabéu, hacer hueco al regreso de Militao y desplazar a la banda izquierda a David Alaba.

Mantener a Rodrygo rebajaría el potencial madridista en el banquillo si el encuentro va por el camino indeseado por Ancelotti, con solo Marco Asensio como revulsivo, pero sería una invitación al espectáculo en un intercambio de golpes puro y duro con el City para ver qué equipo tiene mayor pegada. Sea como fuere, el espectáculo está asegurado y el Real Madrid debe superarse ante todos los escenarios.

Nunca, en cuatro precedentes en semifinales, avanzó a la final tras un empate a uno en la ida en su estadio. Ocurrió ante Bayern, PSV Eindhoven, AC Milan y Chelsea. Frente al City tiene el factor psicológico de su lado pero el ambiental en contra. La temporada en juego en un partido que la convertirá en sobresaliente o bajará la nota sin la conquista de ningún título grande. Solamente la Copa del Rey con el brillo de la remontada del Camp Nou tras eliminar a los mejores de la competición, tras Mundial de Clubes y Supercopa de Europa. Ganador de cinco de nueve ediciones de la Liga de Campeones, le espera otro día para seguir haciendo historia.

Con el recuerdo perenne de lo ocurrido en el Santiago Bernabéu el año pasado, el Manchester City se agarra al Etihad Stadium, donde solo ha cedido un empate y una derrota esta temporada (allá por el lejano 12 de noviembre). El equipo de Pep Guardiola se siente favorito. «Aquí somos intocables», aseguró Jack Grealish, uno de los más señalados por la remontada del año pasado.

Las 26 victorias en su campo, más el casi centenar de goles que ha marcado en él, es una carta de presentación espectacular para un equipo que aspira a su segunda final de la Champions League y eliminar al Real Madrid como hizo en 2020, cuando eso sí, llegó al Etihad con un favorable 1-2 de la ida.

Esta vez Guardiola sabe que tiene que ser más cauto, que si tiene que perder tiempo lo hará, como Ederson y Erling Haaland ya han hecho esta campaña, y que no hay vergüenza en ser más defensivo y conservador si el partido así lo requiere. El City más pragmático es el primero en estar a estas alturas de temporada con la posibilidad de ganar el triplete y esto no es casualidad.

La Premier League ya está en el bolsillo y el siguiente objetivo es la Champions, la gran ansia de este equipo desde que fue comprado por el dinero de Emiratos Árabes Unidos en 2008. Para ello, Guardiola cuenta con Haaland, titular el fin de semana, pero sustituido en la recta final de encuentro tras marcar su gol número 52 de la temporada, y con Kevin de Bruyne, que no disputó ni un minuto contra el Everton.

John Stones, Jack Grealish y Bernardo Silva fueron los otros tres jugadores que estuvieron en el banquillo contra el Everton. Si Guardiola no experimenta, como ya ha hecho en otros partidos fundamentales de su equipo, sobre todo en aquella final de la Champions que perdió contra el Chelsea y en la que jugó sin pivote defensivo, el once debería ser el mismo que el de la ida.

Defensa de tres, con Kyle Walker como tapón Vinícius en la derecha, Rubén Dias y Manuel Akanji; y John Stones por delante, como centrocampista adicional cuando el City tenga la pelota. Ilkay Gundogan, que participó en los tres goles del City este fin de semana, en el centro del campo junto a Rodri y De Bruyne; y arriba Grealish, Bernardo y, cómo no, Haaland.

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