Redacción deportes, 19 mar (EFE).- No quería mirar Luis Campos, asesor deportivo del París Saint Germain, al lado de Nasser Al Khelaifi, el presidente, cuando el Rennes marcó el 0-2 al inicio del segundo tiempo en el Parque de los Príncipe, entre los gestos de resignación de Kylian Mbappé y Lionel Messi, lo único apreciable, en una versión reducida este domingo, nada constantes, de un equipo que transita sin alma hacia el título de la Ligue 1.
Es el destino del PSG en esta campaña, salvo que haya alguien capaz de debatirlo, el Marsella o el Lens. No lo parece a falta de diez jornadas para el cierre de la competición, pese al naufragio inesperado de este domingo en su terreno -no perdía como local en la liga desde el 3 de abril de 2021, por 0-1 con el Lille, hace 35 encuentros en casa-, y la certeza del fracaso de Christophe Galtier, cuyo futuro parece agotado en cuanto termine el curso. Ni las numerosas bajas valen como excusa.
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