Portugal se impuso con autoridad y derrotó 2 a 0 a Uruguay gracias a los goles de Bruno Fernándes (el primero lo festejó Cristiano Ronaldo, pero la FIFA se lo dio a la figura del Manchester United). Con los tres puntos, el conjunto de Fernando Santos accedió a los octavos de final, mientras que la Celeste deberá vencer a Ghana y esperar el resultado de Corea del Sur.

No fue una casualidad el empate a nada contra Corea del Sur. Ni lo es su comprometida posición en el grupo. No está aún -y ya no queda margen- a la altura Uruguay de lo que pretende. Entre tanta expectativa, entre tanta convicción en sus palabras, entre tanta atracción en algunos de sus futbolistas, en una hora fue un equipo sin identidad, con un plan conservador e ineficaz, que transmite expresivamente el temor al fracaso en el Mundial Qatar 2022. No aparecía Valverde. Ni Cavani. Ni Darwin Núñez. Faltaba juego. Y carácter.

Ni la agitación del sistema, de dos a tres centrales, de laterales a carrileros; ni la apariencia de la presión en campo contrario, más visual que práctica; ni la irrupción de Cavani, quizá por aquello de que fue él quien marcó los dos goles que eliminaron a Portugal en el último recuerdo mundialista en Rusia 2018; ni el arrebato de orgullo de Bentancur, el único este lunes por encima de la media; ni alguna carrera de Darwin Núñez, tan inexpresivo como el resto. Nada remediaba la intrascendencia. Un problema de Uruguay.

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