El francés Jules Koundé logró a falta del cinco minutos para que concluyera la prórroga el 3-2 para el Barcelona que le da al equipo azulgrana su trigésimo segundo título de campeón de la Copa del Rey, tras una final ante el Real Madrid digna de un clásico de altura.
Los barcelonistas fueron muy superiores en la primera mitad, en la que se adelantaron con un gol del Pedri, pero en la segunda reaccionó el Real Madrid con la salida de Mbappé y le dio la vuelta al marcador para convertirse en un partido abierto y disputado que no se resolvió hasta las postrimerías de la prórroga.
La presencia de Dani Olmo como mediapunta fue la principal novedad en el once del alemán Hansi Flick, que llegó a Sevilla con bajas significativas como la de su goleador polaco Robert Lewandowski o la del lateral Alejandro Balde y con la presencia en el banquillo tras una larga lesión del meta germano Marc-André Ter Stegen.
Ferran Torres sustituyó a Lewandowski, mientras que en el lateral izquierdo fue Gerard Martín el cogió el puesto de Balde. Con ellos se encontraron a un Real Madrid mermado, en el que el italiano Carlo Ancelotti no tenía, además de los conocidos Dani Carvajal y Éder Militao, a Eduardo Camavinga.
Pero, con Kylian Mbappé en el banquillo aún con problemas en un tobillo, Ferland Mendy, que regresaba tras lesión para tapar la incursiones de Lamine Yamal, solo aguantó diez minutos y se fue otra vez con una dolencia muscular que obligó a salir a Fran García.
Antes y después de la lesión, la presión del Barça fue atosigante, con lo que al Real Madrid solo le quedó recular a la espera que coger en alguna al rival y sorprenderle con la velocidad de Vinícius o Rodrygo, pero fue Courtois el que estuvo muy atento a un cabezazo de Koundé.
Antonio Rüdiger, sustituido en la recta final de la prórroga, fue expulsado en el descuento de la misma por una airada protesta al árbitro.
La final deja además dos lesionados, el francés Ferland Mendy y el brasileño Vinicius Jr, sustituidos con problemas físicos en el 10 y el 89, respectivamente.
Como es tradición, la final de Copa fue presidida por el Rey de España, Felipe VI, que da nombre a la competición. El monarca español había empezado el día en Roma, donde estuvo liderando a la delegación española en el funeral del papa Francisco, fallecido el lunes a los 88 años.
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