Nada mejor que un festival de sonrisas mientras duró el partido para cerrar el año futbolístico. River pudo exhibirlas al quedarse con el Trofeo de Campeones de Argentina merced a un triunfo mucho más contundente en el juego que en el 2-0 final. Rosario Central ya llegaba con las suyas tras el título ganado la semana pasada. En una noche rica en detalles y con un partido muy entretenido en el primer tiempo y con otro tipo de emociones en el segundo, la temporada bajó la persiana consagrando al mejor, sin embargo, no todos fueron alegrías.
Para los hinchas de River, el partido ya había tenido un primer golpe simbólico antes de empezar. Que Martín Demichelis haya hecho coincidir el adiós de Enzo Pérez, 37 años, capitán y el último ídolo del club, con el primer partido como titular de Claudio Echeverri, 17 años y la promesa de un futuro deslumbrante, fue un gesto que no pasó inadvertido. Tampoco lo que dijo después. Porque más allá de que el mendocino y el Diablito no ocupen la misma posición ni cumplan funciones semejantes, el técnico trazó una raya entre el pasado reciente y lo que vendrá a partir de enero. El tema es que Echeverri, cuyo contrato vence en diciembre de 2024 y es pretendido por Barcelona, tiró un bombazo luego del partido: “No voy a renovar”. Todo una sorpresa, ya que los directivos soñaban con extender el vínculo desde enero próximo, cuando el 10 cumple la mayoría de edad.
Cuando en un equipo se dan este tipo de situaciones -el aroma a despedida del lado millonario se extendía a Nicolás De la Cruz, Jonatan Maidana y muy posiblemente Matías Suárez– suelen caber dos posibilidades. O sirve como una inyección anímica para brindar a quienes se marchan una última función a lo grande, o se instala una sensación de melancolía anticipada que nubla las ideas. La presencia electrizante de Echeverri inclinó la balanza hacia la opción A.
Lo mejor del partido
Durante media hora, el juvenil se erigió como faro de un movimiento constante, explosivo e indescifrable para el Canalla que convirtió el encuentro en monólogo y llenó los cuadernos de anotaciones parecidas entre sí: todas favorables a River, la mayoría con protagonismo del Diablito, todas inconclusas. Solo por reseñar algunas, a los 3 minutos, derechazo de sobrepique apenas ancho; a los 4, llegada hasta el fondo que cubre bien Jorge Braun; a los 19, disparo desde 25 metros que el arquero desvía al córner; y a los 26, asistencia perfecta a Pablo Solari, a quien el palo izquierdo le ahoga el festejo.
Hubo un magnífico tiro libre de De la Cruz que devolvió el travesaño, un cabezazo del uruguayo que Braun atrapó contra un poste y un remate de Colidio que provocó otra tapada de un arquero a quien solo Carlos Quintana ayudaba a apagar el incendio. Superado en todas las líneas, Central se acurrucaba tanto en los alrededores de su área que permitía a los volantes millonarios recibir y avanzar sin marca y para elegir las vías de acceso hacia Braun.
Alrededor de los 30, tal vez porque fue el momento del conocido “cambio de aire” del pibe, River bajó su marcha un par de cambios. Fue el primer lapso de partido en el que Maximiliano Lovera pudo hacer pesar su habilidad y a partir de ella, el conjunto rosarino logró acercarse por fin a las cercanías de Franco Armani. Sin embargo, en ese instante River encontró la ventaja que merecía. A los 40, Barco le robó la pelota a Lovera en defensa, activó la contra habilitando a Solari y su centro preciso fue empujado por Colidio. 1 a 0.
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